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Vista panorámica de Barcelona. Foto Edwin López Moya / AL DIA News
Vista panorámica de Barcelona. Foto Edwin López Moya / AL DIA News

Latino: ¿Se nace o se hace?

Español, Latinoamericano o Latino de EEUU. Una reflexión sobre lo que significa ser Latino, más allá de saber hablar español. 

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De Barcelona a Santiago de Chile, pasando por Madrid, Puerto Rico, Mexico o Filadelfia, donde viven más de 220.000 de ciudadanos de origen latinoamericano. Todos tenemos en común que hablamos en español, pero ¿hay algo más que nos una? ¿Qué significa realmente ser latino?

Entre mis primos argentinos y yo, todos residentes en Barcelona,  tenemos desde hace tiempo la costumbre de llamarnos “latin”, o “latino”, cuando alguno de nosotros llega tarde o cancela un plan a última hora. “Ya volviste a hacer un latin”, bromea mi primo Andrés, nacido en Buenos Aires, criado en los EEUU y residente desde hace más de diez años en Barcelona. “Latino”, entre los miembros de mi familia española y argentina, se ha convertido en una especie de insulto cariñoso basado en un prejuicio tristemente cierto, que compartimos tanto españoles como latinoamericanos y latinos en EEUU: nuestra tendencia a la falta de compromiso. 

Está claro que se trata de una generalización. En cada país de habla hispana hay de todo, desde gente que cumple su palabra a rajatabla y se mueve con la precisión de un reloj suizo, a gente que no tiene ningún tipo de reparo en llegar cuatro horas tarde a una cena o cancelar su presencia en una fiesta de cumpleaños de un amigo sin excusarse. Pero la tendencia a la “latinada” existe y está socialmente tolerada. 

Latino, para otros, es una forma de vivir la vida, más relajada e informal que en los países anglosajones. Ser latino es saber disfrutar de un almuerzo en familia sin mirar el reloj, pero también defender a la familia por encima de todo, de la comunidad, de los vecinos, de las autoridades.

Ser latino también implica ser un poco emocional. A diferencia de las culturas anglosajonas, se nos da bien dejarnos llevar por las emociones y montar algún que otro drama, en lugar de guardarnos los sentimientos para nosotros mismos. Esta falta de límites entre lo personal y lo no personal hace que muchas veces en el contexto profesional los “latinos” tengamos esa tendencia a ser demasiado susceptibles, a tomarnos los comentarios de superiores o colegas de trabajo como una ofensa personal. 

“En EEUU la comunidad latina tiene una necesidad imperante de definirse como una minoría, mientras que en Europa lo políticamente correcto es no diferenciarse de los demás por su origen o color”

Esta aparente falta de “madurez” a la hora de encajar comentarios y críticas, sumada a una tendencia a la informalidad, tiene otra consecuencia en el carácter latino: el hecho de que nos cuesta afrontar el conflicto cara a cara. Antes de decir “no”, “no puedo”, “no me apetece”, el latino tiende a escaquearse o a fijar la vista en otro lado. Lo he visto en mayores y jóvenes, en jefes de empresa o en estudiantes. En Barcelona, en Colombia, en Nueva York. 

Según el diccionario de la Lengua de la Real Academia Española, latino significa “Perteneciente o relativo a la lengua latina”. “Natural de los pueblos de Europa y América en que se hablan lenguas derivadas del latín”. Eso implicaría que italianos, franceses y portugueses tendrían el componente latino, pero yo creo que hay algo más en común entre los pueblos que hablan ‘español” y que en su día tuvieron contacto con España.  

Para los latinoamericanos, está claro que comparten una historia común, el mestizaje, la conquista, la colonización, la formación de estados, el imaginario católico, la Navidad… cuando uno viaja a una ciudad, es normal ver a los latinos yendo juntos. Resulta fácil, ya que compartimos tradiciones y costumbres parecidas: Nochebuena, la Primera Comunión, el Carnaval. 

En cuanto a la cultura y la literatura, durante muchos años España y Latinoamericana compartieron grandes referentes- Cervantes, Machado, Velazquez, Picasso, García Márquez, Vargas Llosa-, pero hoy en día veo una gran diferencia entre España y el continente. Mientras España mira a Europa como referente cultural, Latinoamérica mira más a EEUU. Y mientras los inmigrantes hispanos de Filadelfia y Nueva York se sientan cada noche en el salón de sus casas para ver la CNN y se sienten un poco más americanos, en Barcelona, los inmigrantes latinos ven la televisión autonómica en catalán y se sienten un poco más europeos. 

Cabe destacar que en EEUU la comunidad latina tiene una necesidad imperante de definirse como una minoría, latinos, una etiqueta que engloba ciudadanos de países muy diversos- mientras que en Europa lo políticamente correcto es no diferenciarse de los demás por su origen o color.  (no siempre fue así, está claro).

Estén donde estén, los latinos dejan su huella, claro está. ¿En qué ciudad moderna de EEUU no hay un bar de tapas españolas? Quizás en Barcelona no haya tantos restaurantes mexicanos como en Filadelfia, pero tenemos restaurantes peruanos, locales de salsa y –afortunadamente o desafortunadamente, eso se lo dejo a ustedes– se escucha cada vez más reaggetón.