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Jesper Christensen en “The King’s Choice.” Crédito: Samuel Goldwyn Films
Jesper Christensen en “The King’s Choice.” Crédito: Samuel Goldwyn Films

"The King's Choice" : una admirable fábula de patriotismo

La película, coproducida conjuntamente por Noruega e Irlanda, ofrece un retrato inequívoco de cómo debe actuar un buen gobernante 

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Hay tres días en 1940 en los que las tropas alemanas invaden y conquistan Noruega, hasta entonces territorio neutral. Se trata de un episodio aislado de la Segunda Guerra Mundial, eclipsado por las grandes batallas, al que históricamente se le ha prestado poca atención. El cine de guerra, y sobre todo el cine de guerra contemporáneo, se dedica casi que exclusivamente a sacar a la luz oscuros episodios de guerra como éste.

Habría que preguntarse si detrás hay una motivación ética – rescatar del olvido héroes ignorados, reconocer el sufrimiento de los marginados – o un oportunismo que, justamente, busca sacar provecho del instinto ético que nunca dejará de atraer espectadores à las películas de guerra.

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En el caso de "The King's Choice", no hay por qué preocuparse. Se trata de una película seria, comprometida, cuya prioridad es ofrecer un retrato penetrante de un monarca. El rey aquí es el héroe del cuento, y la elección que hace con respecto a la invasión nazi respalda un drama sobre el orgullo y la fuerza de patriotismo.

El director, Erik Poppe, busca ante todo un tono realista para narrar una historia que posiblemente fue mucho menos admirable, digamos cautivante, en su versión real. Lo que esto quiere decir es que Poppe trabaja el realismo con las técnicas de la ficción pero lo hace con la maestría de quien sabe no revelar las técnicas de su arte para así lograr el efecto buscado.  

La película comienza con una breve lección de historia : en 1905, después de haber estado unida a Suecia desde el siglo XIX, Noruega se separa, establece su soberanía y vota para convertirse en una monarquía constitucional. Un joven príncipe danés es invitado a convertirse en el jefe ceremonial de estado y es coronado rey Haakon VII.

Corte. Han pasado 35 años y Haakon es un viudo de 60 años, marchito, desgastado, interpretado con intensidad por Jesper Christensen. En cierta medida, la fuerza dramática de la narración consiste en situar un personaje debilitado y envejecido frente a una serie de grandes desafíos, tanto internos como externos, que exigen una enorme vitalidad.

En la escala doméstica,  están los socialistas, decididos a derrocar el sistema absolutista. En la escala internacional, algo más grave, los alemanes y su política expansionista, que supone la anexión de Noruega. Sobre el telón de fondo de esta doble amenaza se alza entonces la figura heroica del rey en decadencia. 

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