La inmensa cantidad de agua que requiere esta técnica, unida al elevado riesgo de contaminación de los depósitos de agua subterránea y al gran impacto medioambiental que su instalación y ejecución supone son los principales grandes riesgos de esta técnica; aunque, según revela un estudio realizado por la Universidad de Pennsylvania, podrían no ser los únicos.

Este trabajo, publicado en PLoS ONE, examina la relación entre el aumento de las hospitalizaciones a causa de diferentes dolencias en lugares con mayor densidad de pozos petrolíferos. Para ello, sus autores han analizado más de 90.000 historias médicas de 67 códigos postales de tres condados de Pensilvania  (Bradford y Susquehanna, donde el ‘fracking’ proliferó durante ese periodo y Wayne, condado en el que esta industria no es popular).

El análisis reveló que los ingresos por dolencias cardiacas eran un 27 por ciento superiores en los códigos postales con mayor número de pozos petrolíferos que en aquellos en los que el volumen era menor. Al mismo tiempo también se comprobó un incremento significativo de los ingresos en el área de neurología.

Sin embargo, según aclaran los autores de este estudio, no muestra una relación directa entre el ‘fracking’ y el desarrollo de enfermedades, sino que se trata tan solo de un trabajo asociativo.