El desempeño de la actividad laboral en zonas de conflicto convierte, dependiendo del lugar del mundo en el que se realice, a un gran número de trabajos que a priori no están considerados peligrosos en profesiones de riesgo. Un ejemplo perfecto de cómo puede influir en la seguridad del profesional el lugar del mundo en el que se encuentra es el terreno sanitario.

Según recoge un informe de la OMS publicado con motivo del 'World Humanitarian Day’ (se celebra cada 19 de agosto), tan solo en año 2014 perdieron la vida 603 profesionales sanitarios en todo el mundo, y más de 900 resultaron heridos. Una peligrosa tendencia que desgraciadamente parece mantenerse en el 2015.

Desde ataques hasta brotes de enfermedades con una alta tasa de mortalidad, como el Ébola. Los trabajadores de la salud están sometidos a un gran riesgo. En junio del año actual, por ejemplo, fallecieron cinco profesionales de este campo y otros 15 resultaron heridos en Yemen. Y circunstancias similares se suceden en lugares como Siria, Irak o la República Centroafricana (por nombrar solo algunos), con las graves consecuencias que la pérdida de este tipo de profesionales supone para el sistema de salud de estos países.

Y si se analizan tan solo los datos del último bote de Ébola desatado en la zona oeste del continente africano se extraen cifras como 880 trabajadores infectados con un virus altamente contagioso (estos profesionales tenían entre 21 y 32 veces más posibilidades de contagiarse que la población en general); 510 de los cuales fallecieron.