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Walter aragonez, copropietario del restaurante. A la izquierda, un exquisito intestino, una de las especialidades del lugar. Eli Siegel 
Walter aragonez, copropietario del restaurante. A la izquierda, un exquisito intestino, una de las especialidades del lugar. Eli Siegel 

Entre bifes y tangos

Fundado por dos parejas latinoamericanas, el Malbec Argentine Steakhouse lleva tres años sirviendo unos de los mejores vinos y carnes argentinas de Filadelfia. 

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Enclavado en Second Street, rodeado de las calles adoquinadas del vecindario de Society Hill, el Malbec Argentine Steakhouse se encarga de satisfacer a los ciudadanos de Filadelfia con los sabores más innovadores y auténticos de Argentina. 

Este restaurante y asador abrió sus puertas hace tres años de la la mano de dos parejas latinoamericanas: el chef argentino Daniel Sollosqui y su esposa Miriam Porto, cubana, y Walter Aragonez, también argentino, junto a la ecuatoriana Giselle Jara.

La idea, que empezó originalmente con el impulso de un grupo de amigos y familiares de Filadelfia, era crear un auténtico asador argentino en la ciudad. Los cuatro socios estuvieron un año entero buscando hasta encontrar la ubicación adecuada y luego diseñaron el interior ellos mismos, usando objetos, como las alfombras, importados de Argentina. Las coloridas pinturas de Sollosqui decoran las paredes y una piel de vaca cubre los cojines de los asientos. 

“A la gente le encanta los cojines de piel de vaca”, se ríe Aragonez, manager de la sala y rostro visible del restaurante. “Siempre entran preguntando si pueden sentarse ahí”.

La extensa carta de comida y vinos, emblemática en cualquier asador o barbacoa en Argentina, es un gran reclamo. El plato más popular del Malbec es la parrillada, una fuente gigante con carnes argentinas variadas, desde costillas Agnus a salchichas, morcillas, chuletones, bifes y mollejas. 

“La parrillada es un mix de muchos cortes de carne diferentes”, explica Aragonez. “Es parecida a la fuente de carne que asamos en la típica barbacoa familiar, en el patio trasero de casa, donde nos reunimos para socializar”. 

“Una parrillada mixta es más que suficiente para dos personas, pero los comensales también pueden pedir una ración individual de la carne que quieran. La última aportación a la carta del Malbec son unos intestinos pequeños traídos de Nueva York, pero la carne más popular es el bife (“skirt steak”). Mis favoritos fueron las salchichas y las mollejas. Toda la carne es de res Agnus de primera calidad y elegida personalmente por Aragonez para asegurar la mejor calidad. 

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Para los vegetarianos, o para aquellos que no puedan con tanta carne, el Malbec ofrece la versión vegetal de la parrillada, a base de verduras asadas, y unas fantásticas empanadas recién horneadas. También ofrece un amplio menú de pescados, como la lubina chilena, así como pastas caseras, que reflejan la fuerte influencia italiana en la cocina argentina. 

“En Argentina llegaron muchos inmigrantes de España e Italia”, dice Aragonez. “Su influencia puede verse en los platos que comemos”. De hecho, el restaurante ha añadido recientemente en su menú la paella de pescado, cocinada bajo las instrucciones del padre de Aragonez, que emigró a Argentina desde Valencia, en España. 

El Malbec está orgulloso de sus aportaciones originales e innovadoras, como el cocktail Tango, a base de jarabe casero de yerba Mate y limón fresco, Fernet Blanca y vodka de maíz orgánico Praire, rematado con helado de Yerba-Mate. 

Un almuerzo en el Malbec no estaría completo sin vino. No es casual que el restaurante, de hecho, lleve el nombre de la variedad de uva más popular en Argentina. 

Pero la bodega del Malbec es extensa: a parte de las quince variedades de Malbec, también incluye numerosos blancos, rosados y cocktails varios. El restaurante también organiza degustaciones de vinos a cargo de un sommelier profesional, normalmente enfocados en descubrir una variedad de vino en particular.

Una vez al mes, el restaurante también organiza una noche de tango. Las mesas son retiradas a un lado y las parejas argentinas toman la sala, convertida en una improvisada pista de baile.

Quizás el rasgo argentino más emblemático del Malbec es la onda familiar y simpática que se respira. La mayoría de los camareros llevan años trabajando con Aragonez y muchos clientes habituales le saludan por su nombre y se se sientan siempre en la misma mesa. 

“Llega gente de todas partes, de Bucks County, de Delaware, pero la mayoría son vecinos del barrio”, dice Aragonez. 

Para saber más sobre el Malbec o averiguar la fecha de la próxima degustación de vinos o noche de tango, visite  www.malbecsteakhouse.com. 

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