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El área de Copán, en Honduras, fue reconocida como patrimonio de la humanidad en 1980 por UNESCO.
El área de Copán, en Honduras, fue reconocida como patrimonio de la humanidad en 1980 por UNESCO.

Descubriendo la gloria maya

Con más de 30 años de experiencia en la investigación de la cultura maya, el arqueólogo hondureño Ricardo Agurcia-Fasquelle habló sobre los más recientes…

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En el mundo de la arqueología el momento culminante para la mayoría de los exploradores es el instante del descubrimiento. Ese antes y después en el que un sito o artefacto sale de la oscuridad para existir de nuevo ante los ojos del mundo.

Y precisamente ese instante y la capacidad de comprender a sus antepasados fue lo que llevó al arqueólogo Ricardo Agurcia-Fasquelle a la investigación de la cultura maya. 

El arqueólogo Ricardo Agurcia Fasquelle ha sido profesor temporal en las Universidades de Harvard y Stanford.

 

"Creo que en la investigación en la cultura maya apenas estamos viendo la punta del iceberg. Me parece que en la próxima década habrá descubrimientos aun más extraordinarios", dijo el arqueólogo.

Originario de Honduras, Agurcia-Fasquelle ha colaborado durante cuatro años con el Departamento de Arqueología del Museo de Antropología y Arqueología de la Universidad de Pensilvania (UPenn).

El arqueólogo hondureño habló con AL DÍA sobre los más recientes descubrimientos de los sitios mayas en centroamérica.

"En junio pasado en la zona maya de Guatemala ocurrieron descubrimientos que hasta cierto punto impactan el trabajo que se realiza en la área maya de Copán, en Honduras", dijo el arqueólogo. 

El hallazgo ocurrió en la zona maya de La Corona, en el norte de Guatemala.

"Se encontró una nueva escalinata jeroglífica donde se descubrieron dos cosas importantes. Una de ellas fue la segunda mención del final del segundo Baktun (ciclo del calendario maya), que es el de la temida fecha del 21 de diciembre del 2012. Esta fecha solo se había visto anteriormente en otro monumento", dijo el hondureño.

El arqueólogo aseguró que no se hace mención a un apocalipsis del fin del mundo, y que la información solo habla sobre los reyes de la región y proyectan su importancia hacia el futuro.

En los jeroglíficos también aparece el nombre del fundador de la ciudad de Copán. "Esto fue un hallazgo espectacular, porque  La Corona queda bastante lejos de Copán y pone en perspectiva la importancia de este último sitio", dijo el Arqueólogo.

Es también en Copán donde Agurcia-Fasquelle comenzó su experiencia profesional en 1978. Desde entonces ha trabajado como  el coordinador de proyectos arqueológicos del gobierno de Honduras. También co-dirigió el proyecto Arqueológico Acrópolis de Copán.

En la imagen se observa una réplica del templo de Rosalila, sitio que Agurcia-Fasquelle descubrió en 1989.

 

Una parte importante de su trabajo se ha dedicado a la preservación y protección de este sitio arqueológico. Según ha declarado, la arqueología en Copán "no solo trata sobre gente muerta, también es sobre el desarrollo y crecimiento de las poblaciones modernas".

El Museo de Penn ha mantenido una relación cercana a Copán desde hace varias décadas. Según Agurcia Fasquelle esta colaboración ha sido extraodinaria.

"Ya desde décadas anteriores el gobierno de Honduras había invitado al museo para diseñar un plan de investigación de Copán a largo plazo. Luego en 1989 fue invitado una vez más por un proyecto liderado por el doctor Bill Fash, quien hoy trabaja en la Universidad de Harvard", dijo el arqueólogo. 

En la actualidad 120.000 personas al año visitan la área de Copán.

Para el arqueólogo, su momento más grande en Copán fue su descubrimiento en 1989 del templo de Rosalila, el cual se encontraba enterrado en otro templo. 

"Es un monstruo, un edificio entero y está preservado a las mil maravillas. Lo qué muy poca gente sabe es que me llevó cuatro años tener una idea del tamaño de este templo y otros más investigarlo", dijo Agurcia-Fasquelle.

Él describe el hallazgo como algo impactante, sobretodo por los objetos y ofrendas que descubrió. "Me di cuenta que eran unas ofrendas que habían hecho mis antepasados al momento de enterrar este templo. Digamos que cerraron el telón y a mi me tocó abrirlo, sentí que ese momento es lo más cerca que voy a estar de los antiguos mayas", concluyó el arqueólogo.