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La víctima Rachael Denhollander espera mientras la presenta la Fiscal Auxiliar Angela Povilaitis antes de dar su declaración el miércoles 24 de enero de 2018, durante los procedimientos judiciales en la fase de sentencia para el Dr. Larry Nassar que enfrenta prisión por múltiples cargos de abuso sexual de menores, en Lansing, Michigan (EE.UU.). EFE/Rena Laverty
La víctima Rachael Denhollander espera mientras la presenta la Fiscal Auxiliar Angela Povilaitis antes de dar su declaración el miércoles 24 de enero de 2018, durante los procedimientos judiciales en la fase de sentencia para el Dr. Larry Nassar que…

“¿Cuánto vale la vida de una niña?” La historia de 150 jóvenes a las que nadie escuchó

La condena a 175 años de prisión al Doctor Larry Nassar ha puesto sobre la mesa la realidad del abuso sexual infantil fuera de la alfombra roja.

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Durante estos últimos días las redes se han llenado de historias sobre el equipo de gimnasia de Estados Unidos y la incontable lista de niñas y jóvenes que fueron repetidamente abusadas sexualmente por el médico del equipo olímpico durante décadas.

Algunos consideran que este fenómeno forma parte de la ola de denuncias originadas por el Efecto Weinstein, el movimiento #MeToo y su colateral #TIMESUP, pero no fue sino hasta que las declaraciones de las jóvenes se hicieron virales, que alguien prestó finalmente atención.

Larry Nassar, ex médico de la Universidad del Estado de Michigan, fue acusado por más de 150 mujeres de abuso sexual, y varias de esas acusaciones tienen años engavetadas en las cortes, porque nadie creyó los testimonios de una niña y porque el prestigio y la reputación de un hombre blanco empoderado podía más.

Hasta el día miércoles – cuando la juez Rosemarie Aquilina se volvió una celebridad por su manejo del caso – ningún medio había prestado atención al caso, que había rozado los titulares con poca fuerza.

Pero el peso no recae tan sólo en la depravación de Nasser, sino en las decenas de responsables en la USAG, en la MSU, en el Comité Olímpico de Estados Unidos y en el centro de entrenamiento Twistars Gymnastics, que repetidamente ignoraron, descartaron y omitieron las acusaciones en contra de su médico tratante.

La responsabilidad también recae en los medios de comunicación, quienes hemos pecado en perseguir las historias que se hacen tendencia y hemos pasado por alto el sufrimiento y la urgencia de individuos como estas 150 niñas, quienes debían ser escuchadas.

Entre 1997 y el 2016, muchas gimnastas reportaron la conducta de Nassar, y se encontraron con la incredulidad de sus padres, entrenadores y responsables, quienes les obligaban a volver al consultorio de la tortura. Y cuando alguno de los casos llegaba a tribunales, los paneles de médicos encargados de determinar si hubo o no abuso sexual, resultaban ser amigos de Nassar y los casos terminaban enfriándose.

Kristine Moore (administradora de la universidad), Lianna Hadden y Destiny Teachnor-Hauk (entrenadoras) e incluso la rectora de la MSU, Lou Anna Simon, fueron cómplices de una u otra manera en la perpetuación de la conducta de Nasser en contra de 150 mujeres, y al sol de hoy siguen sin responsabilizarse de los hechos.

A pesar de que Simon renunció al cargo esta semana, y a pesar de que Nassar vivirá el resto de sus días tras las rejas, el caso de las sobrevivientes olímpicas cuestiona todo lo que hemos debatido en los últimos meses sobre la reivindicación de las víctimas de abuso sexual y de poder.

¿Dónde estábamos todos? ¿Por qué nadie les creyó?

De nada sirven las etiquetas, las cartas públicas, las demostraciones en eventos de lujo o las protestas masivas si 150 niñas enfrentaron la máxima representación del mal contra el cual luchamos, absolutamente solas.

Tradicionalmente, los casos de abuso sexual no lograban tanta receptividad mediática hasta el caso Harvey Weinstein. Como bien explica Lindsay Gibbs (columnista de ThinkProgress) “cuando un escándalo de acoso o abuso sexual sucede en algún lugar menos importante que el fútbol universitario, la historia es diferente”.

Fue necesario el coraje compartido por 150 mujeres para lograr un cambio, fue necesario que se transmitieran en vivo los discursos más importantes en la lucha contra el abuso sexual en décadas para que alguien, finalmente, escuchara.

“¿Cuál es el precio de una niña? ¿Cuál es el precio de una joven mujer?”, preguntó Rachael Denhollander – primera mujer en acusar públicamente a Larry Nassar de abuso sexual. Tras la final reivindicación de sus años de tortura, angustia y sufrimiento, Denhollander pudo finalmente decir “Estamos hoy aquí y ahora para que el mensaje pueda ser enviado a través de su sentencia y comunicar a todas las niñas y a todos los predadores que están viendo, cuál es el verdadero valor de una mujer.”