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Robert Rodriguez, Vice President of the El Rey Network Cecilia Conti, Alejandro Montoya Marín. Foto: Montoya Marín PR

Alejandro Montoya Marín: En búsqueda del cine de comedia multicultural

El cineasta mexicano (y estadounidense) de 36 años acaba de participar en un reality show para hacer una película en 14 días y con solo $7,000, con la mentoría…

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Alejandro Montoya Marín era el dueño de un videoclub que él mismo regentaba, en la ciudad de Monterrey, la tercera ciudad más grande de México, al noreste. Tenía más de 20 años y vio la oportunidad. “Si no me aviento ahorita no me voy a aventar en cinco o seis años”, se dijo cuando escuchó hablar de ofertas para estudiar en Canadá. Uno de sus cineastas predilectos, Kevin Smith, estudiaba en Vancouver, así que ese fue el destino que escogió para ir a formarse en el arte que había sido su pasión desde niño y que comenzó a mirar como carrera en la adolescencia.

Dejó los estudios de mercadotecnia, que “odiaba”, traspasó el videoclub, vendió sus películas y salió del país en el que había vivido 16 años, entre la infancia y la primera adultez.

Después de dos años fue a parar a Albuquerque, Nuevo México, porque detectó en esa ciudad el crecimiento de la industria del cine.

Y nueve años más tarde —hace unos meses apenas— sufría en un reality show con el director Robert Rodríguez azotándolo para que terminara su película en 14 días, con apenas $7,000 de presupuesto y sin equipo técnico. Una hazaña similar a la que hizo Rodríguez con el mítico “El Mariachi” (1992). Rodríguez fue el mentor de Montoya y de otros cuatro jóvenes cineastas para la realización de una película, en esas condiciones. El reality se llamó “Rebel without a crew” , y se transmitió en el canal de Rodríguez, El Rey Network.

Lo que resultó para Montoya Marín fue la adaptación de un proyecto que ya estaba preparando. Lo convirtió en un mediometraje o, como se traduce del inglés, un largometraje corto. La obra se llama “Monday”, y cuenta la historia de un hombre de más de 30 años a quien un lunes cualquiera todo le sale tan mal que termina obligado por un cártel a matar al jefe del cártel enemigo. “El blue Monday más pesado del mundo”, dice su realizador. Una comedia de una hora que combina en la misma historia de acción y violencia un humor cándido, absurdo e irónico.

Ya presentaron la película en los festivales SXSW de Austin, en el SOHO de Nueva York, y está por estrenarse el 18 de agosto en el Hollyshorts de Los Ángeles y en México, en Ciudad Juárez y Cozumel, el 30 de agosto y el 1 de septiembre. A partir de octubre podrá verse en pay per view y en El Rey.

Desde Albuquerque, el nombre de Alejandro Montoya Marín (y esa manera tan hispana de usar los dos apellidos), va penetrando poco a poco en el cine estadounidense. Ha hecho seis cortometrajes –ha actuado en algunos de ellos--, numerosos comerciales, dos series en línea, varios videos musicales. Y está buscando hacer tres largometrajes más.

Esta mañana, con el primer café, habla durante casi una hora, vía Skype, sobre el cine, el humor, México, la latinoamericanidad, y sobre lo que se siente ser perseguido por las cámaras día y noche en un reality.

Conversa en español, intactos el acento y las expresiones mexicanas. Es su lengua materna pero también la lengua que hablaba en los años fundamentales de su vida.  Nació en Estados Unidos (Laredo, Texas), pero desde pequeño se fue a México con su familia: a Mérida (Yucatán), y a Monterrey (Nuevo León), sur y norte.

Alejandro Montoya Marín: Como viví mucho tiempo en México, digo que soy mexicano. Allí viví casi toda mi vida, allí se moldeó lo que es mi personalidad. Trato de ir por lo menos una vez al año a ver a mi familia y a muchos amigos que tengo allá y a los que me gusta frecuentar.

(La voz y los gestos son entusiastas, como si nacieran de la carcajada).

AL DÍA: Con tu acento parece que no te hubieras ido.

AMM: Sí, verdad. Y, aunque no lo creas, se me van de repente palabras o “ay, cómo digo esto y cómo digo lo otro”, pero es normal después de no haber vivido allí más de 10 años.

AL DÍA: ¿De qué manera moldeó tu personalidad haber crecido en México?

AMM: Creo que es algo que siento que tengo, pero quiero moldear más, es el modo en el que quiero escribir y hacer una película, pero que se pueda identificar con la cultura hispana y americana [estadounidense]. La comedia que estoy tratando de hacer es para que gente de varios países puedan entender. O sea, que yo puedo identificar muy bien cómo adaptarme en México, o en Estados Unidos, o en Canadá, porque ya viví en los tres países. ¿Cómo me moldeó? Yo siento que tengo lo que muchos mexicanos tienen, que es afecto hacia la familia y la amistad. Creo que eso que la gente mexicana todavía tiene, que aprecia el sentido del humor y el trabajar para disfrutar la vida, en vez de trabajar para luego retirarme y gastar el dinero. Creo que eso uno de los métodos por el cual nunca tengo dinero, jajajá.

(Dos días después de esta conversación, Montoya Marín anuncia en Facebook que vende su carro, un Mazda 3 del 2015, para financiar el último de sus tres largometrajes pendientes).

AL DÍA: ¿Quieres dedicarte siempre a la comedia?

AMM: La verdad me gusta mucho la comedia, me gusta mucho reír y hacer reír a la gente. Siento que es un escape, un alivio para la gente, que pueda ver una película y reírse y disfrutar. Sales y se te olvidaron ya los problemas insignificantes que tuviste hace un rato. He hecho dos dramas, porque tampoco no me quiero encasillar haciendo no más comedia. También me gusta de repente salirme de mi confort para hacer algo diferente. [El drama] es muy diferente, es difícil, y sí me gustaría volver a hacerlo, pero, por ahora, tengo el tiempo muy limitado en este mundo, así que me quiero divertir mientras hago proyectos.

AL DÍA: ¿Quieres meterle sentido del humor mexicano a tu comedia?

AMM: De todo. Sí, siento que quiero como implementar eso, que la gente que esté viendo en México… Me ha tocado muchas veces que yo iba al cine, veía una película y mucha gente amiga mía en México me decía, “está muy americana esta comedia”, y la verdad no sé ni cómo explicarlo, pero la construcción de tener diferentes tipos de comedia en la película, tipo comedia slapstick, donde la gente se puede resbalar y se cae, eso le puede gustar a ciertas personas; puedo poner también comedia de cultura pop, pero luego tienes comedia un poquito más negra, un poquito más ofensiva. O sea, trato de hacer comedia en un rango, para que cada vez que vaya alguien a ver mi película se identifique o le guste un  tipo de comedia.

AL DÍA: Y tu lado mexicano tiene que ver más con ese lado más negro, una comedia más aterrizada, ¿no?

AMM: Sí, es seca.

AL DÍA: Algo muy latinoamericano por los contextos en los que hemos crecido, más curtidos en las crisis. ¿Eso puede moldear nuestro sentido del humor y darnos un humor más negro?

AMM: Lo he estado discutiendo con mucha gente, pero fíjate que ahora en Estados Unidos todos son muy sensibles, todo le ofende a alguien. Y está bien, a lo mejor yo no he vivido la experiencia que otra persona tuvo. Pero tienes que tomar en cuenta que es comedia. Hay chistes de sobrepeso, yo estoy de sobrepeso, pero me río. Y es algo que el latino tiene: hay tantos problemas para nosotros en Latinoamérica que si nosotros nos dejaríamos hundir, seríamos un grupo de gente aburrida y deprimente. Y con nuestro espíritu de que nos encanta vivir y disfrutar la vida y estar con amigos, aprovechamos las situaciones negras y las situaciones oscuras para crear un sentido del humor. Es algo que tiene mucho Robert Rodríguez. Tiene muy bien el sentido del humor negro y también es latino.

AL DÍA: Sabemos reírnos de nosotros mismos en Latinoamérica.

Claro. Sí, yo creo que sí. Yo creo que tenemos que seguir teniendo sentido del humor, tenemos que dejar que todo nos ofenda. Vivimos en un tiempo en el que mundo tiene tantas cosas feas, ahora con internet podemos tener acceso a tantas cosas que no sabíamos, pero tenemos que tener sentido del humor.  Tienes a dos personas que no conoces y le dices lo mismo [el mismo chiste]; las puedes insultar o no. Todo depende del tono. Creo que la gente se tiene que alivianar. Tenemos que apreciar y ver comedia de todo tipo. La comedia yo creo que es el género más difícil y a mí me gusta, porque todos tenemos un sentido del humor diferente. El hecho de poder canalizar un proyecto para que puedan reírse todos es muy difícil. Por eso trato de abarcar muchos tipos de comedia.

AL DÍA: ¿Entonces buscas una comedia multicultural y que pueda ofender o hacer reír al mismo tiempo, según quien la reciba?

AMM: Ah, claro. Uno de mis cortometrajes empieza hablando sobre, eh, le dicen, “Oye, ¿dónde conseguiste esa camioneta”, “Ah, se la robé a un mexicano que estaba ahí trampeando. Se llama Huan o Hose, empieza con hache”. O sea, tres estereotipos ahí en segundos. Me da risa que la persona lo dice tan normal. No sabe que es con jota. Sí, es multicultural. Son situaciones con las que mucha gente se pueda identificar. No quiero hacer algo que sea nada más para mexicanos.

AL DÍA: Sino mestizo, como tú.

AMM: Si. Exacto.

AL DÍA: ¿Cómo te conduce toda tu historia a encontrarte con Robert Rodríguez, a quien admiras, y terminar en este reality show?

AMM: Empieza de muy niño. Compraba películas, rentaba películas, hablaba de películas. Vi películas que no eran de mi edad. Me encantaba ir al cine, me encanta. Trato de ir al cine una vez a la semana. Puedo ver una película diario y estar bien. Nunca supe que podía ser que carrera hasta los 13 o 14, que me puse a estudiar historia del cine, películas que habían ganado el Oscar desde los [años] 20 y 30. Y, luego creciendo en México, donde la industria no es grande, lo veía como un sueño muy lejano: “Tengo que irme a Estados Unidos”, “tengo que volver a aprender el inglés”,  “tengo que mejorar mi manera de escribir para que pueda ser apreciado por la gente de ese país”. Algo que ves como que no es obtenible fácilmente.

(Entonces fue cuando Montoya Marín se fue a Canadá y luego recaló en Albuquerque).

Me aventé para acá para poder ejercer lo que es este cine y tratar de crear mi contenido.

AL DÍA: ¿Y se te ha dado bien hasta ahora?

(Cambia el tono el voz pero insiste en la sonrisa amplia)

AMM: Ha sido muy lento, exageradamente lento, no hay mucho dinero en el estado, pero se vive muy económicamente, lo cual me ayuda con lo poco que gano para hacer proyectos que me costarían $5,000 aquí y en Los Ángeles me costarían $20,000. Así que tienes que medirlo en una balanza, si vale la pena o no, pero a mí la verdad el estado me ha tratado muy bien. Quiero hacer más pero también tengo ser precavido, no nada más es hacer mucho porque luego sale equis. Tienes que hacer cosas de calidad.  

AL DÍA: ¿Entonces cómo es que llegas a Robert Rodríguez?, ¿cómo es que se conectan?

AMM: Él es una de las personas que inició mi carrera, en el sentido de que me dio ganas de empezar. Yo le lavaba el carro a mi papá para que él me diera mi domingo y con ese domingo rentaba sus películas en pay per view. Me gustaban muchos sus películas. Siempre lo he seguido, desde que empezó, tuve esa dicha. Me lleva creo que diez años él. Desde el principio me gustó su energía, y cómo fue dinámico con las tomas y lo que hacía con poco y obviamente el hecho de ser latino en una industria primordialmente blanca. Salió en su canal, pusieron el anuncio, “Mándanos tu trabajo y puedes participar en un programa”. Poco a poco se fueron de los top 50 a los 25 y a los 15, 10,  7 y 5. Y cada vez, pues te hacían entrevistas, “¿Cuáles son tu cualidades como director?” o te hacían exámenes de lentes. Enseñabas tu trabajo, enseñabas tu guion, luego después de que te aceptan al top 7, te hacen exámenes médicos y psicológicos, porque va a ser muy estresante y no quieren que mates a todos en una situación de estrés. Así ocurrió y la verdad no lo volvería a hacer porque fue bastante cansado, fue bastante estresante hacer tu película y que las cámaras te sigan, pero no lo cambiaría por nada.

AL DÍA: ¿Qué fue más difícil?

AMM: Yo creo que fue todo. El hecho de que tienes que hacer la película con $7,000. Luego las cámaras te están siguiendo todo el día, no tienes tiempo privado. El programa te dice, “Eh, Robert lo hizo en 14 días, tú también”, y luego son nueve horas al día, cuando en un set generalmente son 12. Lo haces en una ciudad que no conoces, lo filmamos en Austin. Y solo tienes tres días para pre-producción, cuando generalmente tienes meses. Hasta para un cortometraje de 10 minutos que he hecho hemos tenido dos meses para prepararlo.

AL DÍA: ¿El resultado salió bien?

Claro que muchas cosas que quiero cambiar, pero estoy muy contento con el contenido. Es una película que no se toma en serio.

AL DÍA: ¿Qué diferencia hay entre hacer un film con $7,000 en el año 92 y ahora, en condiciones similares?

AMM: Antes, que se hiciera una película con $7,000, mucha gente le ponía atención, decían, ¡guau! Otra cosa es que el equipo que él tuvo no se compara al que tuvimos nosotros. El nuestro es más profesional, en el sentido de que es mas fácil obtener equipos de edición que te cuestan sólo $100. Él [Rodríguez] me dijo que la mayor parte de su presupuesto se fue en rentar cámara y film y a mí la mitad de mi presupuesto se me fue en rentar cámara y equipo y luces. Me quedaron $2,000 y ahorré mi $1,700 para el soundtrack. No hay ni un centavo que sobró. Todos los actores participaron voluntariamente porque creyeron en el proyecto. De lo que más orgulloso que estoy en la película es que no parece de $7,000, parece de mucho, mucho más. Mucho de eso tiene que ver con el ímpetu, la energía y compromiso de los actores y la gente que siguió adelante.

AL DÍA: Comentabas que Robert Rodríguez había sido uno de los pioneros cineastas latinos en un mundo mayoritariamente blanco. ¿Crees que eso está empezando a cambiar? ¿Hay más diversidad de verdad ahora en Hollywood?

AMM: Sí hay y lo aprecio. Pero también hay que ser precavidos: no se debe contratar a alguien solo por el tono de su piel o por su sexo; se tiene que hacer porque son buenos y esa persona es la indicada para hacerlo. Claro que me encanta y ahora hay más posibilidad para que a mí me contraten, pero no quiero que me contraten nada más por ser de dónde soy, porque eso significa que no me están contratando por mi talento o por mi manera de decir una historia, sino nada más porque mi apellido termina en una vocal. Y eso no me gusta. Perfecto, todos ganamos, pero cuando lo usas como marketing, eso me molesta, porque eso no nos está haciendo avanzar sino echarnos para atrás. Eso significa que alguien en una junta dijo, “Contrátalo porque es mexicano y eso le puede gustar a los mexicanos”.

AL DÍA: ¿Qué está pasando ahora entonces, ¿se está haciendo por marketing o de verdad se está considerando el valor de los artistas latinoamericanos y de otras culturas?

Creo que las dos están pasando. No me gustaría que me dijeran, “Oye, Alejandro, quiero que hagas películas de hispanos con puros hispanos detrás de la cámara y al frente”. Y yo puedo decir, “¿Por qué, si yo me llevo bien con esta persona que resulta que es mi director de fotografía que resulta que es blanco o mi asistente de director que es afroamericano?”. ¿Qué importa de dónde sea mientras la historia pueda ser proyectada y hecha de la manera que yo quiera y que la gente se identifique?. No debe de importar. Voy a contratar a quien lo haga bien.