Según los datos del Instituto de Mediciones médicas y evaluaciones, en 2015, el 71.1% de los americanos entre 65 y 69 años sufría de obesidad y sobrepeso. Sin embargo, esta tasa bajaba hasta los 64.5% entre las personas de entre 75 y 79 años. Y es que habitualmente encontramos el porcentaje más alto de sobrepeso y obesidad en la franja de los 65 a los 74 años. A partir de los 75 la tendencia tiende a cambiar, llegando incluso a encontrar personas que no alcanzan el mínimo de peso deseable.

¿Cómo debemos cuidarnos a partir de los 65 años?

Teniendo en cuenta que entre los 65 y los 69 años nuestro cuerpo tiene tendencia a sufrir obesidad, es importante poner en marcha una serie de hábitos que nos alejen de este problema:

• Si necesitas perder peso, es importante que te conciencies de la importancia de llevar una vida activa. Haz ejercicios adecuados para tu edad, pasea, baila e intenta alcanzar los 1000 pasos diarios recomendados.  

• Olvídate de dietas restrictivas que no te dejen comer ciertos alimentos. Opta por comer de todo de manera equilibrada. Incluye un mayor consumo de frutas y verduras y reduce el consumo de carne roja.

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• Preocúpate porque tu dieta incluya proteínas. Las puedes encontrar en carnes como el pavo o el pollo y alimentos como los huevos o el pescado.

• Huye de los cambios bruscos de peso y busca reducir peso poco a poco. Los cambios drásticos nunca son recomendables y menos a esta edad.

• Consulta con tu médico si deberías tomar algún suplemento vitamínico que mejore alguna posible carencia. El especialista te recomendará tomar vitaminas o incrementar la ingesta de algún alimento concreto.

Si por el contrario, sufres del problema contrario y necesitas ganar peso, empieza por preguntarte qué puede estar afectando a tu apetito. Si has perdido peso últimamente puede que sea debido a algún tipo de problema de salud. Consulta con tu médico mientras sigues las siguientes recomendaciones:

• No te fuerces a comer más de la cuenta.

• Añade deliciosos alimentos nutritivos a tus platos como frutos secos, queso rallado, un poco de huevo duro… Pasarán prácticamente desapercibidos pero te estarán dando un aporte extra de energía.