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El tratamiento del cáncer puede incluir la realización de diferentes pruebas. Foto: Ken Treloar
El tratamiento del cáncer puede incluir la realización de diferentes pruebas. Foto: Ken Treloar

Evitar la caída del pelo debida a la quimioterapia

Un casco reduce la caída del cabello aplicando frío en el cuero cabelludo. 

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La pérdida de cabello es uno de los síntomas más notables del tratamiento contra el cáncer. Las sesiones de quimioterapia debilitan el cuero cabelludo que acaba por perder el pelo. A pesar de no ser el efecto secundario más importante de este tipo de terapias, si que es uno de los más incómodos y traumáticos para los pacientes que lo sufren. 

Un nuevo sistema podría ser la solución a la pérdida de cabello durante los tratamientos de quimioterapia. Se trata de un casco que se pone en la cabeza de las persona afectada y que proporciona un enfriamiento del cuero cabelludo, manteniéndolo a una temperatura de entre 19 y 21 grados. Esto hace que los folículos queden protegidos de la posible entrada de tóxicos, consiguiendo reducir la caída del cabello entre un 40 y un 90 por ciento, siempre dependiendo del tipo de terapia a la que se esté enfrentando el enfermo. 

 

Efecto secundario notable

La pérdida de cabello durante las sesiones de quimioterapia no es uno de los efectos más importantes que puede aparecer en este tipo de tratamientos. Sin embargo sí que es uno de los que más afecta a los enfermos. Muchos de ellos incluso abandonan el tratamiento por el miedo verse sin pelo. Además, esta situación también al pelo del resto del cuerpo, incluidas cejas y pestañas. Este nuevo procedimiento no solo ayudará a reducir la caída de cabello sino que también es efectivo en cejas y pestañas. 

 

El uso de este casco no afecta a la efectividad del tratamiento de quimioterapia. El único inconveniente para el enfermo es que las sesiones son algo más largas de lo habitual ya que el casco se pone antes de la sesión y debe mantenerse durante una hora y media más tras la finalización de la misma.

 

Ya disponible

A pesar de no ser muy conocido, este casco se inventó en hace diez años en el Reino Unido. Pero no fue hasta el año pasado cuando recibió el permiso de la FDA de Estados Unidos, que lo certifica como un tratamiento seguro para su uso y eficaz. De momento esta opción no es aplicable para niños