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Quinoa: un Boom sin fin

La producción de quinoa tiene una larga tradición en el altiplano andino. Entre 2006 y 2013, Perú y Bolivia pudieron beneficiarse del boom de su consumo en…

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Le felicito. Hoy, en lugar de una burguer con papas, se ha propuesto almorzar una ensalada de quinoa, porque escuchó en alguna parte que es un alimento muy saludable y con numerosas propiedades nutritivas. ¿Tendrán quinoa en el restaurante de la esquina?, se preguntará. No se preocupe, lo más probable es que sí. Desde hace una década, la quinoa, una  semilla cultivada desde tiempos ancestrales por los campesinos del altiplano andino, está de moda.

“La quinoa es un alimento completo, porque a diferencia del arroz o la pasta,  no necesita combinarse con legumbres o carne para tener la cadena de proteínas entera”, explica Alejandra Fuertes, experta en nutrición de Barcelona.

El descubrimiento de las propiedades de la quinoa por parte de los mercados occidentales, igual que otros superfoods como el aguacate o la kukuma, logró que en menos de diez años este tipo de productos saltara de las tiendas especializadas en productos ecológicos o vegetarianos, a los estantes de los principales supermercados. El consumo de quinoa no solo trajo una mejora para la salud de los consumidores americanos y europeos,  sino que también susponía un beneficio económico para los productores de esta semilla, llamada popularmente un "pseudo-cereal" en Latinoamérica.

Aunque no se trata de un componente básico de la dieta andina, como el arroz y el maíz, la quinoa lleva cultivándose durante siglos en elevados altiplanos de Perú y Bolivia y su consumo tenía un peso notable en los hogares peruanos. Se trata de una semilla muy resistente, que puede crecer en las alturas y en tierras con alto nivel de sal. La región de Puno, en los Andes, concentra más del 80% de la quinoa de Perú.

La moda de la quinoa en Europa y Estados Unidos disparó los precios de esta semilla y los productores peruanos vivieron su sueño dorado. Entre 2006 y 2013, el precio de la quinoa se multiplicó por tres. El precio del 'grano de Oro' alcanzó su record poco antes de la ONU declarase el 2014 el “Año Internacional de la Quinoa”.

A partir de entonces, la producción de quinoa empezó a expandirse a nivel masivo por otros países, desde Bolivia a China, India, Nepal y también Canadá y Estados Unidos. La consecuencia inmediata fue que el precio se desplomó, perjudicando a los productores andinos.

Por otro lado, la demanda de quinoa se concentra en un puñado de variedades, entre más de 3.000 variedades existentes, lo que ha provocado desequilibrios en la cosecha. “Cada una tiene sus particularidades. Pero en general, la quinoa es buena porque es un alimento complet.  Entre otras propiedades, la quinoa tiene las mismas propiedades que la leche, por su alto contenido en calcio”, añade Fuertes.

Los ecologistas también denuncian que el cultivo intensivo de quinoa ha disparado el uso de fertilizantes y la erosión de terrenos en el frágil altiplano andino. En lugares que antes eran terreno de pasto para las llamas -fuente natural de estiércol y fertilizantes-, los campesinos han plantado quinoa. 

El uso de pesticidas se volvió tan masivo que en 2014 Estados Unidos terminó por devolver cientos de toneladas de quinoa procedentes de Perú porque tenían una tasa de pesticidas “demasiado elevada para el consumo humano”.

Del restaurante al champú del pelo

En Filadelfia, la quinoa está presente en cada esquina. El pasado abril, la red social Foursquare hizo seleccion de los 15 mejores lugares para tomar quinoa en la ciudad. La lista destaca, entre otros, la ensalada Ceasar con kale, quinoa, y pan de ajo que sirven en el restaurante latino Bar Bombon, o el porridge de quinoa de Green Eggs.

No obstante, es probable que encuentre quinoa no solo en su restaurante favorito, sino también en su droguería más cercana. Según la revista Market Watch, la presencia de alimentos con propiedades saludables, como la quinoa, el aguacate, las algas o el aceite de coco, en los productos de baño y aseo va en aumento.

Las empresas han descubierto el potencial comercial que supone añadir las propiedades nutritivas de estos productos en champús, suavizantes, tintes para el pelo o cremas faciales, para conseguir en sus marcas un efecto “sano”.