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La neurociencia y el caso Sotomayor

El nombramiento de Sonia Sotomayor al Tribunal Supremo nos permite la oportunidad de proyectarnos al futuro al próximo debate sobre una persona nominada al…

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El nombramiento de Sonia Sotomayor al Tribunal Supremo nos permite la oportunidad de proyectarnos al futuro al próximo debate sobre una persona nominada al Tribunal Supremo. Si es que el debate político ha alcanzado el nivel de lo que hoy nos dice la neurociencia sobre la manera en que tomamos las decisiones, la discusión será muy diferente. Se fundamentará en la realidad de cómo decidimos algo.

He aquí un vistazo de lo que podría resultar ser el proceso de nombramiento.

Tendrá otro punto de partida. Hoy todos los nominados afirman que aplican la ley y que no la interpretan. La sencilla observación nos muestra que esto no es lo que ocurre. Al ser presentados con la misma serie de hechos, diferentes jueces llegan a distintas conclusiones. No podrían resultarse las decisiones empates si estuviera en función alguna especie de “derecho de autómatas” objetivo. Esto no existe, y se entenderá la razón por la que nunca existirá gracias a la neurociencia.

Asombrosamente, reconocerá que se requiere de la emoción para poder tomar una decisión. Investigación que realizara Antonio D’Amasio ha mostrado que sin emoción somos incapaces de decidir – siquiera sobre algo mínimo. Uno de los pacientes neurológicos de D’Amasio, quien hubiera perdido su funcionamiento emocional, no podía decidir si usar un lapicero azul o uno negro para llenar un formulario. Sin nuestros sistemas emocionales, quedamos paralizados – entramos en un sinfín de deliberaciones, sin llegar nunca a una decisión. Vestidos de toga negra o no, nuestro cerebro requiere que reconozcamos cómo nos sentimos sobre algo para poder tomar una decisión.

Reconocerá que no se puede escapar de la empatía. Uno de los descubrimientos revolucionarios de la neurociencia es el de las neuronas espejo. Nuestro cerebro está atiborrado de estos imitadores de experiencias. Literalmente reflejamos lo que vemos o lo que imaginamos que otros sienten.

Cual sea el término que use la neurociencia (por ejemplo, ‘leer la mente’ o ‘empatía’), el punto es que nuestra comprensión de mundo se informa con la función de estas neuronas. Sin su función, no podemos comprender el mundo. Las neuronas espejo son la conexión de nuestro cerebro con la sociedad. Esta conexión directa, inmediata y personal al mundo es intrínseca a nosotros y a nuestro pensar y nuestra toma de decisiones. Ningún nominado ni juez puede entrar en relación con la sociedad ni con el derecho sin ellas; o sea, sin la empatía.

Estas ideas causarán una transformación fundamental del discurso de nombramientos al ofrecerle un vocabulario neurológico más instruido. Cuando la realidad del papel que juegan las emociones y la empatía en el proceso de toma de decisiones del individuo se reconozca, llevará a discusiones sobre la toma de decisiones judicial para volverse dramáticamente más informados.

Los Padres Fundadores eran más adelantados que nosotros en estos temas. Diseñaron un sistema que minimiza el impacto de los prejuicios individuales. A pesar de no tener conocimiento de la neurociencia, conocían bien las maneras en que se desenvuelven las decisiones y la política humanas.

Su sabiduría creó un proceso judicial que circunda algunos de nuestros fallos. Permite que todas las voces se oigan, y que se estudien a fondo los prejuicios individuales. Es lo mejor que podemos hacer dada la realidad de nuestro cerebro. Este proceso posibilita que los seres humanos falibles, emocionales, empático, lleguen a decisiones de conjunto que reflejan la esencia de la ley.

Scott Parris ha sido funcionario principal de operaciones de varias empresas de tecnología y Andre Golard, PhD., estudió en NYU y ha publicado artículos en revistas médicas como la Journal of Neuroscience, Journal of Neurophysiology and Neuroscience.

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