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La diosa tecnología

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Neil Postman, autor de un buen número de artículos y varios libros, cuestionaba la actitud pasiva de los televidentes: “¿Qué ha pasado con la actitud crítica de la ciudadanía?”   Lamentaba que se dejaran llevar por los anuncios políticos pagados, y que se convirtieran en una forma de ‘terapia’, mediante la cual los candidatos pretenden convencer y tranquilizar a los votantes de su futuro desempeño en determinado puesto.  A través de anuncios fríamente calculados por la mercadotecnia más avanzada, se proyecta una imagen de honestidad, eficiencia, compromiso social, preocupación por los marginados, y todo es mera actuación ante las cámaras.

En su libro “Divertirse Hasta Morir” Postman dice: “La falta de escrúpulos y la avaricia de los políticos convierten los cargos públicos en medios de enriquecimiento personal a costa de defraudar a los contribuyentes.  La televisión es utilizada para transmitir imágenes de personas profesionalmente maquilladas y obras construidas en technicolor por computadora, que jamás han realizado ni piensan realizar, y el público lo cree.  Es como para morir de risa”.

En realidad es como para llorar el hecho de que inclusive los ciudadanos del país más poderoso del mundo se dejen impresionar más por la apariencia que por la capacidad de liderazgo de sus candidatos.  Tiene mayor impacto un político bien parecido, corte de pelo y traje moderno, voz modulada y sonrisa colgate que uno con expresión seria y preocupada.  Aunque el segundo tenga mejor preparación y disposición de servir, las últimas encuestas reflejan una marcada tendencia a votar por la imagen: tiene mayores probabilidades de triunfo el actor de cine que el estadista.  Si el candidato es simpático y bien parecido, tiene mil veces más probabilidades de ganar que un estadista serio, comprometido, que utilice su tiempo televisivo en ofrecer sus planes de trabajo para mejorar el campo, la industria, la economía, y la salud pública. Si la candidata es joven, guapa y simpática le ganará la elección a aquella que, aunque esté más preparada para ocupar el puesto y tenga mayor experiencia, no tenga ‘sex-appeal’. Los temas económicos y políticos aburren, en cambio los cuentos simpáticos  alegran el corazón, aunque sea por un ratito, y no pensamos en la trascendencia de nuestra votación.

Para hacer conciencia de los fenómenos sociales derivados de la manipulación de la imagen a través de los medios masivos de comunicación, Postman era invitado con frecuencia a diversos centros universitarios en los Estados Unidos.  En una visita a San Antonio, Texas, donde sustentó una conferencia en el auditorio del Museo Witte,  hizo varias propuestas para aprender a evadir los aspectos negativos de la poderosa influencia de la tecnología.  Aunque destacó las bondades de la computadora, subrayó el peligro de aceptar los datos y las imágenes sin analizarlos a través de una actitud crítica.

Paradojas: la tecnología es capaz  de enviar a seres humanos a la luna, inocularlos contra las epidemias más nefastas, y es capaz de llevar a nuestra sala las imágenes de los sucesos que ocurren en ese mismo instante  en el otro  hemisferio, y al mismo tiempo, nos aísla de nuestras familias, vecinos y amigos. Tenemos un gobierno democrático, y creemos conocer de memoria los rasgos del rostro de cada candidato, pero no conocemos a fondo sus propuestas, y las consecuencias. No tenemos el suficiente interés para saber si nos interesan y muchas veces ni a salir a votar.

Vivimos un momento especial en el tiempo, en uno de esos momentos oscuros cuando todo en nuestro alrededor está cambiando y no podemos ver hacia donde vamos.  El pasado no funciona en nuestro mundo que se ha hecho pequeño por la tecnología, y al mismo tiempo es demasiado grande, exagerada información, al grado de que escapa nuestra comprensión. Así, nos hemos hecho vulnerables a la influencia de los medios, particularmente de la televisión.

El desarrollar una actitud crítica ante los medios de comunicación, y el utilizar la tecnología de manera prudente  y responsable, son requisitos ineludibles para hombres y mujeres que deseen vivir en un país democrático. Los extraordinarios avances tecnológicos tienen el potencial de hacer del nuevo milenio una verdadera Era de la Ilustración, o pueden llevarnos por un camino equivocado.