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El equipo de fútbol sin cancha

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Desde que llegó a Filadelfia, hace 9 años, Adrián Romero –30 años, diseñador de páginas de internet y 'Disc Jockey'– tenía la ilusión de formar un equipo de fútbol. En su natal Montevideo, Uruguay, el fútbol hacía parte de su rutina, y no quería relegarlo de su nueva vida.

A los 5 años sus abuelos lo llevaron al estadio a ver al Peñarol, uno de los equipos de la capital, y desde entonces salir a la calle con los demás muchachos del barrio a jugar con una pelota y asistir al estadio los fines de semana con la camisa del Peñarol fue algo que siguió haciendo hasta el día que emigró, 21 años después, a Estados Unidos. Sin embargo, pasaron ocho años después de haber llegado a Filadelfia –el tiempo que le tomó asentarse, acomodarse, reunir unos ahorros, reducir su horario de trabajo– antes de que pudiera formar su propio equipo de fútbol. Y entonces empezaron los problemas. 

Conseguir los jugadores no fue lo más difícil, como él pensaba: Publicó en internet un anuncio que decía "nuevo equipo de fútbol en Philly busca jugadores para liga", y más de cien personas, hombres y mujeres, respondieron al aviso. Seleccionar a los jugadores (hombres, todos) que iban a conformar el grupo tampoco fue complicado: Se reunió en diferentes fechas con diferentes jugadores y convocó luego a una práctica general a los 18 más capacitados, de los cuales solo dos eran hispanos. Ponerle un nombre al equipo, tampoco fue dilema: lo llamó Tacony Soccer Club, en relación al barrio (Tacony) en el que vive en el noreste de Filadelfia. Ni siquiera hacer que jugadores que vivían en Delaware, en King of Prusia, y que trabajaban todo el día, vinieran a jugar a Filadelfia, fue un obstáculo. El problema –el gran problema–, fue, y sigue siendo, conseguir un parque para entrenar.

Lo primero que trataron, fue encontrar un lugar público que cumpliera con las condiciones básicas para entrenar fútbol: espacio para 22 jugadores, arcos, césped, campo delineado. Encontraron uno en entre los barrios Tacony y Maysair, llamado VOGT Recreation Park.

"Era un parque muy bonito entre las dos áreas, al aire libre –recuerda Adrián–. Como el 40 por ciento de los del equipo vivimos en Tacony, nos quedaba muy cerca. Tenía buenos arcos, un buen césped. Era un parque muy agradable con varias canchas de béisbol. Estábamos muy bien ahí. Lo malo fue que solo pudimos entrenar una vez."

Fue un día de semana, a las 7 de la noche. Veinte minutos después de haber comenzado el entrenamiento, que implicaba movilizar a 18 jugadores, cargar los balones (uno por persona), ubicar los conos, un hombre estacionó su auto frente al parque, se bajó y sin preámbulos se dirigió a los jugadores: "Soy el representante del centro. Ustedes no pueden estar aquí. Este es un lugar privado."

La misma situación, idéntica, se repitió en el lapso de un mes y medio en otros dos parques, con la variable de que en algunos el representante del lugar era más agresivo que en otros. Así fueron expulsados del Park Wood Youth Association y del T.C.S Recreation Park.

"Estos parques son centros enormes –explica Adrián–. Siempre que íbamos habían muchas canchas vacías. Nosotros nos quedábamos hasta que apagaban las luces. Una vez llegó el representante y nos dijo que nos fuéramos y mi esposa, que es estadounidense, le preguntó por qué, si todas las canchas estaban vacías, y él le respondió grosero. Ese días las cosas se pusieron feas." 

Finalmente cuando en septiembre comenzó el campeonato –se llama Casa Soccer, cuesta 500 dólares y reúne más de 40 equipos– el Tacony Soccer Club perdió los tres primeros partidos, ganó los siguientes cuatro, y empataron los últimos dos. En la división en que participaron, en la que competían con otros 11 equipos, terminaron en la octava posición.

"No nos fue muy bien, es verdad –reconoce Adrián–. Pero ¿qué querés?, nunca pudimos hacer un entrenamiento completo. Yo intenté hablar con el Philadelphia Recreation Department, y nunca contestaron ni mis e-mails ni mis llamados. Así que después de que nos sacaron de los parques no entrenamos más. Los parques públicos de la ciudad no tienen la condiciones necesarias para practicar fútbol. Y los privados son demasiado caros. No sé qué vamos a hacer para la siguiente temporada que empieza en otoño".

Lo que Adrián quería preguntarle al Philadelphia Recreation Department era si los aficionados al fútbol de Filadelfia que no tienen dinero para pagar una cancha privada cuentan con algún espacio público que se ajuste a los requerimientos para practicar este deporte. O si existe alguna forma de ayuda que la ciudad pudiera brindarles para pagar los espacios privados. AL DÍA también intentó averiguarlo. Tampoco obtuvo respuesta. Entre tanto, Tacony Soccer Club deberá seguir entrenando en campos privados hasta que, en cualquier momento, un hombre llegue y los expulse.   

Por su parte, Ruth Bull, organizadora de varias ligas de soccer en el sur de Filadelfia, comparte la opinión de Adrián en cuanto a que es muy complicado encontrar espacios para entrenar.

"Antes era más fácil –dice–, pero ahora toca pagar para poder entrenar. Ese es el problema que tenemos para poder hacer prácticas en el sur de la ciudad. Ahora todos los espacios verdes le pertenecen al Philadelphia Parks Association y han empezado a cobrar. Yo también ando buscando un lugar para entrenar y no encuentro."

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